3.2.1. Augusto Comte:
Filósofo positivista francés, y uno de los pioneros de la sociología.
Nació en Montpellier el 19 de enero de 1798. Desde muy temprana edad rechazó el
catolicismo tradicional y también las doctrinas monárquicas. Logró ingresar en
la Escuela Politécnica de París desde 1814 hasta 1816, pero fue expulsado por
haber participado en una revuelta estudiantil. Durante algunos años fue
secretario particular del teórico socialista Claude Henri de Rouvroy, conde de
Saint-Simon, cuya influencia quedaría reflejada en algunas de sus obras. Los
últimos años del pensador francés quedaron marcados por la alienación mental,
las crisis de locura en las que se sumía durante prolongados intervalos de
tiempo. Murió en París el 5 de septiembre de 1857.
Para dar una respuesta a la revolución científica, política e industrial
de su tiempo, Comte ofrecía una reorganización intelectual, moral y política
del orden social. Adoptar una actitud científica era la clave, así lo pensaba,
de cualquier reconstrucción.
Afirmaba que del estudio empírico del proceso histórico, en especial de
la progresión de diversas ciencias interrelacionadas, se desprendía una ley que
denominó de los tres estadios y que rige el desarrollo de la humanidad. Analizó
estos estadios en su voluminosa obra Curso de filosofía positiva.
Dada la naturaleza de la mente humana, decía, cada una de las ciencias o
ramas del saber debe pasar por "tres estadios teoréticos diferentes: el
teológico o estadio ficticio; el metafísico o estadio abstracto; y por último,
el científico o positivo". En el estadio teológico los acontecimientos se
explican de un modo muy elemental apelando a la voluntad de los dioses o de un
dios. En el estadio metafísico los fenómenos se explican invocando categorías
filosóficas abstractas. El último estadio de esta evolución, el científico o
positivo, se empeña en explicar todos los hechos mediante la aclaración material
de las causas. Toda la atención debe centrarse en averiguar cómo se producen
los fenómenos con la intención de llegar a generalizaciones sujetas a su vez a
verificaciones observacionales y comprobables. La obra de Comte es considerada
como la expresión clásica de la actitud positivista, es decir, la actitud de
quien afirma que tan sólo las ciencias empíricas son la adecuada fuente de
conocimiento.

3.2.2.1. Leyes sociológicas, orden y progreso:
El planteamiento que Comte hace de la sociología está inspirado e
Montesquieu, Condorcet y Bossuet, fundamentalmente. Del primero toma el
determinismo de los hechos históricos, en los que las constancias de relaciones
permiten descubrir leyes sociológicas. Del segundo toma la ley del progreso
humano. Del tercer el afán universalista del espíritu humano.
Bajo estas influencias Comte aborda el estudio de los fenómenos sociales
que, en general, se hallan sometidos a las leyes de la vida orgánica, al orden.
Cuya continuidad es confirmada por el progreso como desarrollo del orden. La
idea de orden, se refiere a la unidad sistemática de la sociedad en una época
determinada, a la estructura que le da estabilidad y firmeza. La idea de
progreso, por el contrario, muestra el paso de un orden determinado a otro. Las
dos ideas conjuntamente permiten valorar todas las etapas por las que ha pasado
la humanidad a lo largo de su desenvolvimiento histórico. Sin embargo, lo que
más caracteriza a la filosofía positiva es el haber descubierto el verdadero
sentido del progreso social en la historia.
Los filósofos antiguos fueron ajenos a la idea de progreso. La verdadera
idea de progreso pertenece a la filosofía positiva una vez que caracteriza el
término social y conoce el desarrollo gradual de la humanidad. Solo la
filosofía positiva, completada con el estudio de los fenómenos políticos,
determinará las leyes naturales que rigen las transformaciones sociales.
Para explicar el progreso social, Comte distingue entre épocas orgánicas
y épocas críticas. Las primeras se producen cuando el nivel intelectual de las
ideas es decisivo y dominante, expresan el estado de organización que se
descompone a otro que comienza a estructurarse.
Como la naturaleza humana está sometida a un desarrollo gradual, la
crisis expresa el progreso, y de algún modo, asegura el mantenimiento del orden
porque cada época orgánica, aunque sea de forma rudimentaria, esta prefigurada
en la anterior. La naturaleza humana, siempre idéntica a sí misma, se va
perfeccionando, no obstante en su desarrollo.
Para Comte, la historia no es un retorno circular ni oscilatorio, sino
una línea que, en avance progresivo se va acercando indefinidamente a una meta
sin jamás tocarla.
3.2.2.2. Estática social, el consejo
ideológico:
Estática
Social: Es el estudio de los determinantes y el hecho principal de la estática
social es el orden como consenso , este consenso se basa en la fuerza temporal
y tiene que estar equilibrado con el espiritual que garantiza la cohesión
social y evitar los abusos de poder. La estática es una teoría del orden, que
equivale a la armonía entre las condiciones de la existencia en sociedad el
hombre.

3.2.2.3. Dinámica social, la ley de las 3
etapas:
Según Comte, los conocimientos pasan por tres estados teóricos
distintos, tanto en el individuo como en la especie humana. La ley de los tres
estados, fundamento de la filosofía positiva, es, a la vez, una teoría del
conocimiento y una filosofía de la historia. Estos tres estados se llaman:
· Estado Teológico: Es ficticio, provisional y preparatorio. En él, la mente busca las
causas y los principios de las cosas, lo más profundo, lejano e inasequible.
Hay en él tres fases distintas:
- Fetichismo: en que se personifican las cosas y se les atribuye un poder mágico o divino.
- Politeísmo: en que la animación es retirada de las cosas materiales para trasladarla a una serie de divinidades, cada una de las cuales presenta un grupo de poderes: las aguas, los ríos, los bosques, etc.
- Monoteísmo: la fase superior, en que todos esos poderes divinos quedan reunidos y concentrados en uno llamado Dios.
En este estado, predomina la imaginación, y corresponde a la infancia de
la humanidad. Es también, la disposición primaria de la mente, en la que se
vuelve a caer en todas las épocas, y solo una lenta evolución puede hacer que
el espíritu humano de aparte de esta concepción para pasar a otra. El papel
histórico del estado teológico es irremplazable.
· Estado Metafísico: O estado abstracto, es esencialmente crítico, y de transición, Es una
etapa intermedia entre el estado teológico y el positivo. En el se siguen
buscando los conocimientos absolutos. La metafísica intenta explicar la
naturaleza de los seres, su esencia, sus causas. Pero para ello no recurren a
agentes sobrenaturales, sino a entidades abstractas que le confieren su nombre
de ontología. Las ideas de principio, causa, sustancia, esencia, designan algo
distinto de las cosas, si bien inherente a ellas, más próximo a ellas; la mente
que se lanzaba tras lo lejano, se va acercando paso a paso a las cosas, y así como
en el estado anterior que los poderes se resumían en el concepto de Dios, aquí
es la naturaleza, la gran entidad general que lo sustituye; pero esta unidad es
más débil, tanto mental como socialmente, y el carácter del estado metafísico,
es sobre todo crítico y negativo, de preparación del paso al estado positivo;
una especie de crisis de pubertad en el espíritu humano, antes de llegar a la
adultes.
· Estado Positivo: Es real, es definitivo. En él la imaginación queda subordinada a la
observación. La mente humana se atiene a las cosas. El positivismo busca sólo
hechos y sus leyes. No causas ni principios de las esencias o sustancias. Todo
esto es inaccesible. El positivismo se atiene a lo positivo, a lo que está
puesto o dado: es la filosofía del dato. La mente, en un largo retroceso, se
detiene a al fin ante las cosas. Renuncia a lo que es vano intentar conocer, y
busca sólo las leyes de los fenómenos.

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